Hace unos 2 años, me encontré en internet una alucinante hipótesis de Historia:
Es sobre el aprovisionamiento de agua potable a la Cesaraugusta romana: que si al Ebro era muy difícil sacarle agua potable por su poquísima pendiente y porque sus riadas eran temibles, que si el Huerva tenía poco caudal, que si la celtíbera acequia de la Almozara, que suministraba agua a la pequeña población de Salduba, llegaba solo hasta el borde occidental de la nueva muralla (la acequia venía por aproximadamente la actual calle San Pablo y plaza San Felipe) y no hasta el borde sur, pudiendo así dominar toda la nueva ciudad.
Los romanos querían para Cesaraugusta una red de agua potable para toda la ciudad. Para ello, decidieron valientemente traer agua del Gállego (de aún mayor calidad que la del Jalón) y que entrara a Cesaraugusta por el que hoy es el Puente de Piedra mediante un sifón, consistente en una tubería metálica de plomo -¡de nada menos que 379 mm de diámetro interior!- apoyada sobre el puente. Y que desde allí, llegara hasta un gran depósito que estaría en las proximidades de Puerta Cinegia, a cota 204. Depósito que ya existía y que era escasamente atendido por una acequia humilde que venía desde el Huerva. Desde allí, por gravedad, se distribuiría el agua por toda la ciudad, mediante tuberías más pequeñas.
Para ello había que extraer el agua del Gállego a través de construir un azud, a unos 18 km de la ciudad. Y una larga acequia hasta la ciudad. Y en los últimos 2 ó 3 km antes del actual Puente de Piedra, hacer un acueducto por encima de la cota 204, en lo que hoy es la calle San Juan de la Peña y la calle Sobrarbe, iniciando el sifón como mínimo a cota 204. Llegando ya en sifón al Puente de Piedra. De tal modo, que el puente sería "puente-acueducto".
Esta hipótesis tiene muchos argumentos a su favor, aunque es todavía sólo una hipótesis.
Capacidad técnica para hacerlo, los romanos la tenían de sobra.
Los tubos de plomo se encontraron en 1805, en el lecho del Ebro, junto a la cuarta arcada del Puente de Piedra. Eran 5 tubos, que suman 17 metros. Se baraja, por ello, la posibilidad de que el sifón no discurriera por encima del puente, sino por el lecho del río. Lo cual, da lo mismo.
Su excelente estado, sin desgastes ni rozaduras, excluía que fueran arrastrados hasta allí por la corriente: debieron quedar donde fueron arrojados. Además, tenían interesantes inscripciones en latín.
El azud del Gállego sigue existiendo y en uso. Lo mismo ocurre con la acequia que llega hasta Zaragoza.
El azud hoy se llama Azud del Rabal y la acequia se llama Acequia del Rabal.
El nombre "Rabal" parece que significa "camino", porque la acequia iba muy próxima al camino de Zaragoza a Huesca.
El azud, impresionante. Y más cuando piensas en su antigüedad. Dicen los expertos que la forma y dimensiones de los sillares de piedra del azud del Rabal son característicos de la época romana, pues nunca antes ni después de esa época se fabricaron sillares como esos en Zaragoza.
Muy recomendable visita.
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