Por el Sur de la Plana de María: abriendo la mente hacia lo extraño y desconcertante

Me sorprendí enormemente cuando por azares de la vida, un día del año 2010, me llevaron a un chalé de las urbanizaciones de esa zona, que están en medio del bosque primario que heroicamente sobrevive en las laderas que orlan la Plana, ¡urbanizaciones sin luz (ni siquiera hay farolas en las calles) ni agua corriente ni alcantarillado!, y que son una súper-maravilla de integración en el medio natural, además de ser -para el Lorenzo de entonces- un extraño y desconcertante ejemplo de adaptación a ¿un estilo de vida silvestre? o a un ¿nivel de disfrute de la Naturaleza entonces desconocido por mí?

Sé que me gustó mucho, mucho. Me impactó. No es la típica urbanización de Garrapinillos o Montañana, no. Es algo muy distinto. Es obra de personas que han entrado en el sagrado templo del bosque y han construido a lo largo de varias décadas algo que está muy en simbiosis con el templo. 

Hay algo mágico en el cariño que se ve allí por cuidar del templo, adaptando cada cual su casita o chalet a las circunstancias comunes a todas las parcelas de la urbanización (electricidad con placas solares, agua conseguida de la lluvia mediante bidones o aljibes). Es vida con la Naturaleza, en la Naturaleza. Es desayunar bajo un pino de tu parcela (¡por supuesto, pino natural que ya estaba allí antes de ser parcelado el bosque!) y degustar tu desayuno respirando místicamente el olor del pino. Es comunión con la Naturaleza. Es una apuesta diferente, es otro nivel. Es cuidar y regar la vegetación que hay en tu parcela: pinos, coscojas, enebros, romero, o lo que tú hayas plantado (rosales, plantas de jardinería).

Así de hermosos están los pinos allí. Visto el bosque desde fuera de la urbanización, hay más verdor dentro de la urbanización que afuera.

Hay personas viviendo allí todo el año, incluso matrimonios de abuelos. ¡Casi como habitantes del bosque, casi como felices gnomos!

¿Qué clase de españoles pioneros iniciaron eso? No lo sé, pero fueron valientes y rompedores. ¡Chapeau!

¡Qué bonita es la urbanización Monte Pinar, en el término de María de Huerva!

Por supuesto, la urbanización no está vallada. Por eso, la fauna de la zona se acerca (ciervos, cabras, zorros, conejos,...). ¡Naturaleza en estado puro!

Yo, desde hace bastantes años, ya sabía (por menciones en conversaciones) que por ahí había algo (no sabía concretamente qué) muy diferente, algo muy fuera de lo estándar. También mi intuición me susurraba que al Sur de la Plana de María había "algo"... y era un "algo" que entonces yo percibía muy desconcertante pero muy atractivo, de carácter mágico y que todavía no era el momento para descubrir. Por ello, decidí dejarlo respetuosamente reposar, esperando con total confianza en que el momento llegaría cuando yo estuviera preparado. Es como el aleteo de mariposas en el estómago de todo preadolescente cuando sueña con la potencia amorosa de lo podría ser -el día de mañana- el amor romántico, y que le hace estremecerse por dentro maravillosamente.

En este sentido, esa pista ancha que sale hacia la izquierda de la carretera unos pocos kms antes de llegar a Jaulín, siempre y desde hacía muchos años, me producía sensaciones muy intensas y muy bonitas (que entonces no sabía descifrar del todo). Pero sabía que tocaba esperar, porque sabía que vendría un tiempo cualitativamente mejor en mí y que eso se me desvelaría de manera adecuada, en todo el esplendor que tiene. Y mientras tanto, mi obligación era progresar y aprender. Lo asumí con una sonrisa confiada.

Por eso, aquel día de 2010 en que me llevaron allí, al entrar por la pista de tierra que sale desde la carretera de Jaulín, yo sabía que lo que iba a experimentar era no sólo el cumplimiento de un atávico sueño mío, sino sobre todo el contacto con algo muy especial💫💫💫.

Y es porque entonces ya estaba preparado para verlo. Es misterioso, pero las cosas llegan cuando se está preparado.