La Paridera de Gómez (o Casa de Gómez) es una edificación semiabandonada que está a unos 8 km al sur del Cementerio de Torrero, yendo por el camino que nace a la derecha del cementerio. Llegar allí y volver es atravesar el corazón de la estepa, siendo un disfrute por muchos motivos.
Emprendamos el camino desde la tapia derecha del cementerio:
A unos 3 km y poco, pasamos al lado del simpático Balsete del Royo.
A unos 4 km hay un gran depósito cuadrado de agua. Este punto está a 400 metros de altura y está en la divisoria de aguas entre la cuenca del Barranco de la Muerte (hacia el Norte, por donde hemos venido subiendo), la cuenca del Barranco del Montañés (hacia el Este y Sur) y la cuenca del Barranco de Valdeconsejo (hacia el oeste, hacia el Huerva). Desde allí se ve un amplio paisaje:
- hacia el Norte, la ciudad de Zaragoza y la depresión del Ebro. Magnífica vista.
- hacia el Este, el Cabezo de las Zorras, la cuenca media y baja del Barranco del Montañés y la parte más occidental del enorme Parque Tecnológico del Reciclado (vgr. la planta siderúrgica de Megasider)
- hacia el Sur, la Plana de María
- hacia el Oeste, el valle del Huerva y el Moncayo.
Enorme tranquilidad en este sitio. Interrumpida de tarde en tarde por algún ciclista disfrutón, los cuales suelen saludar con la complicidad de quien comparte contigo el placer de estar dentro de un paisaje soberbio.
El Barranco del Montañés nace en la Plana de María y va en dirección Nordeste camino del Ebro, desembocando allí a 1 km antes de La Cartuja Baja. Es la típica val esteparia de fondo plano y seco. Su cauce pasa por cerca de la fábrica de Megasider y después por debajo de las vías del AVE.
Desde el punto donde nos encontramos ahora, la pista continúa hacia el Sur, hacia la Plana de María. Primero baja hasta el cauce del Barranco del Montañés, en una pronunciada bajada que es conocida como la Cuesta del Royo.
Después, hay un desvío a la izquierda. Va a Torrecilla de Valmadrid. En la bifurcación hay un sorprendente y bello cartel explicativo, puesto por el Ayuntamiento, que bajo el epígrafe "Caminos rurales de Zaragoza, Conservación de la Naturaleza", habla del camino en el que estamos ahora: "CAMINO DE LA ESTEPA CR 41, Camino viejo de Zaragoza a Torrecilla de Valmadrid" que explica muchas y variadas cosas de allí: la trashumancia (que aún se practica en esta zona), la cabañera de Torrero (importante vía pecuaria), el ecosistema de la estepa (la zona de las estepas del Sur de Zaragoza se encuentra dentro de la Red Natura 2000, de la Unión Europea, y está reconocida como LIC y como ZEPA), de los yesos (y sus grandes peculiaridades), de la alondra de Dupont (las poblaciones de esta zona son las más numerosas del mundo), del esparto (su recogida y usos) y del Sendero de Goya (que une Zaragoza y Fuendetodos). ¡Vamos, una maravilla!
Tras 1 km, llegamos a la Paridera de Gómez, la cual está en la cuenca del barranco del Montañés ¡Hermosas vistas desde allí! Curiosamente, no se divisa desde allí Zaragoza capital.
La pista de tierra continúa hacia el Sur, hacia la Plana de María, la cual está ya a pocos kms.
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Vista desde la Paridera de Gómez hacia el Sur. Al fondo, la Plana de María. Inmensidades y aire puro |
A partir de aquí, la pista es conocida como la Subida del Montañés. O más brevemente, "el Montañés". No es apta para coches, pero los ciclistas la conocen bien y frecuentan. Y más en estos tiempos de pandemia, que por cierto suponen -para muchísimas personas- un auténtico descubrimiento del entorno natural de Zaragoza.
Bocata, descanso y comenzar el regreso.
A nivel geológico, hace 5 millones de años la cuenca del Ebro, entonces una cubeta sin salida al mar, se abrió al Mediterráneo y el río Ebro y sus afluentes comenzaron a excavar y modelar el paisaje. Los estratos calizos, resistentes a la erosión, crearon la cima de la Plana, mientras que el yeso, bajo ella, fue excavado por multitud de barrancos y arroyos, formando una complicada red que caracteriza las laderas de la Plana.
En esta red abundan las vales de fondo plano, El fondo de estas vales tiene acumulaciones de limos y es objeto del tradicional aprovechamiento agrícola. Estos campos del fondo de las vales se caracterizan también por aprovechar las aguas y sedimentos en las barrancadas. Son muy frecuentes en el centro de la Depresión del Ebro y se distinguen muy fácilmente. Y más aún por el Google Maps.
Aunque pueda parecer que el origen de este paisaje tan árido es debido exclusivamente a la acción del hombre, es decir, a la excesiva presión y explotación que ha ejercido el hombre desde su asentamiento en estas tierras, el determinismo ambiental es el principal agente (¡nada menos!) en la formación del paisaje actual.
Y es precisamente ahora cuando quiero decir algo sobre el YESO:
Los yesos proporcionan un tipo de paisaje estepario denominado "paisaje gipsícola" (del griego gypsos, yeso). Se trata de un medio muy poco propicio para la vegetación, pues el yeso es ávido en agua y la retiene, por lo que sólo determinadas plantas son capaces de extraer el agua del suelo hacia ellas (vgr. romero, asnallo, albada,...).
El yeso origina un paisaje muy, muy particular, bastante homogéneo, formado por suaves colinas blanquecinas, con escasa y rala vegetación, que destacan sobre una compleja red de vales de fondo plano. Paisaje que no debería avergonzarnos. Ni mucho menos culpabilizarnos. Es uno de los paisajes típicos del centro de la Depresión del Ebro y sostiene una flora y fauna tan peculiar que es la delicia de muchos investigadores. En muchos aspectos, ambas similares a las de las estepas de Mauritania o Mongolia.
En resumen, este paisaje de "piel de leopardo", más allá del aspecto hostil e ingrato que pueda transmitir, constituye un medio natural muy diverso y de gran fragilidad, que tiene una flora y fauna perfectamente adaptadas a estas difíciles condiciones de clima y suelo. Y que tiene una belleza muy especial.
Y deciros que paseando por las estepas del Sur de Zaragoza, no puedo evitar recordar al gran Labordeta en algunos de sus versos:
- En esta tierra hermosa, dura y salvaje, haremos un hogar. Y un paisaje.
- Polvo, niebla, viento y sol. Y donde hay agua una huerta.
Labordeta contribuyó a aceptar lo que tenemos. Con naturalidad y orgullo. Pues si no aceptamos lo que tenemos, difícilmente podremos amar bien a nuestra tierra.
Os paso aquí un enlace a un bello vídeo. Disfrutadlo:
https://youtu.be/cD3Q00bQq2U