Se me hacía muy extraño que hubiera un parque tan alejado de la ciudad, en un lugar donde "de siempre" se hubiera dejado un espacio vacío (o sea, descampado, monte), ya que está entre un polígono industrial y el Canal. También que contuviera elementos tan novedosos como ¡3 laberintos!, ¡una torre en espiral tipo zigurat! y un enorme lago de 400 metros de longitud.
Todo esto, ¿por qué? y ¿para qué?, me pregunté.
Desde hacía varios años, había oído hablar de él a caminantes dominicales, a ciclistas y también a algún trabajador de PLAZA. Todos me hablaban muy bien de él (de su originalidad, de su belleza, de su sorprendente gran extensión). Al principio, no daba mucho crédito a tanta alabanza. Pensaba entonces que sería mucho menos, que eran exageraciones sin más.
Pero pasaba el tiempo y yo seguía recibiendo muy buenas referencias de ese remoto sitio. Así, fui empezando a cavilar sobre si ese parque sería digno de una visita. Y sobre todo, yo pensaba: ¿por qué y para qué se ha hecho ese parque?
Fue este otoño de 2020, cuando empecé a curiosear en internet sobre él. Poquito a poco. Todo tenía muy buena pinta. Y en mi cabeza, empecé a etiquetar ese parque como "una lujosa propina proveniente de los tiempos de la abundancia". No me equivoqué.
En diciembre, fui a verlo. Allí, me produjo la sensación de estar ante una propina sabrosa proveniente de tiempos de abundancia económica. Los años 2000 al 2008 fueron tiempos veloces, en los que había que correr para hacer grandes infraestructuras con vistas a un Aragón de 2 millones de habitantes, y que iba a llegar muy pronto. Tiempos en que de pronto los españoles éramos de pronto europeos de súper-primera y por ello soñábamos a lo grande, innovando y creando con fuerza, con mucha autoestima...
Cierto que hubo muchos pelotazos, que se creó una burbuja insostenible, que nos labramos a pulso esta larga crisis... Pero ese súper-optimismo tenía muchas cosas buenas y que se pueden reciclar a los tiempos de ahora. Lo merecemos.
Muchas infraestructuras se hicieron en zgz en esos años. Algunas inútiles, la mayoría muy útiles hoy.
Este parque recibe poco público. Está lejos. Pero me lleva a esa época de soñadores valientes, de creadores sin complejos. De españoles que se desquitaban de su centenaria rabia por ser inferiores a Europa y por ello quisieron soñar muy alto. Soplaban muy buenos vientos de popa y en muchos aspectos éramos la locomotora de Europa. El futuro llegaba rápido y había que estar a la altura de ello.
Desde lo alto del zigurat, me parece estar en Alemania: un polígono industrial moderno, puntero, limpio, ordenado, en armoniosa vecindad con un entorno natural (el Canal Imperial), en una nación muy civilizada, muy culta, amante del arte y la belleza (exterior e interior).
Allí arriba del zigurat, también me vino el pensamiento de que ese parque recuerda algo al neoyorquino Central Park. No soy la única persona que lo piensa así. Subid arriba y luego me contáis vuestras sensaciones. Estaré encantado de escucharlas.
Han pasado 12 años del batacazo del 2008. Pero aquí sigue este parque. Y aquí seguimos los españoles, con nuestras ganas de siempre por un futuro mejor.
No olvidemos nuestra Historia. Hagamos bien la digestión de nuestros errores y valoremos lo bueno que se hizo, que fue mucho. Podemos y debemos hacerlo mejor.
Es cierto que está algo descuidado. Pero allí está y permanece. Y habla claro de cuándo se hizo.
En esos años, se vivió en España un fervor cuasi-adolescente. Pero muchos de esos ideales, reconvertidos por la experiencia y la madurez, forman parte del alma humana, no sólo del alma española.
En la web del Ayto hay una magnífica descripción de cada obra artística. Además, no olvidemos la simbología propia de cada elemento. Así, para mí: la torre de Babel es el empeño erróneo de encontrar a Dios afuera, porque Dios está dentro, en el corazón. Los laberintos es el esfuerzo horizontal por resolver cuestiones cuya solución está subiendo en vertical. El agua del lago es la limpieza y la pureza.
Es un parque vanguardista que ofrece elementos poco habituales, pero que forman parte del subconsciente colectivo y que tienen en él una representación artística adecuada y muy atractiva.
No bajemos el nivel. Alimentemos el espíritu. Sólo así saldremos airosos hacia adelante. Lo merecemos.
Tiene ¡más de 4 kilómetros de longitud!, con una anchura media de unos 150 metros. Fue diseñado en 2004 por el paisajista e ingeniero técnico agrícola zaragozano Pedro Tejero-Garcés.
Tiene 5 intervenciones artísticas, todas con mucha enjundia:
- la Atalaya (o "Torre de Babel")
- el Laberinto Solar
- el Laberinto Barroco
- el Laberinto Bidimensional
- la plaza de las 5 Culturas